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El Papa y el SIDA en África
Me imagino que los familiares se titarían encima del curandero espiritual y lo echarían de la habitación. El médico llamaría a los guardias de seguridad, que sacarían en volandas al curandero. El abogado de la familia del paciente presentaría una denuncia contra el curandero, por desprecio al enfermo. Los periodistas comenzarían una investigación para averiguar si el curandero recibe dinero de alguna multinacional tabaquera.
La escena puede parecer un disparate. Pero hoy está previsto que un señor vestido de blanco visite un hospital en Yaundé, la capital de Camerún. El señor se presentará como curador espiritual. El Papa Benedicto XVI comenzó ayer su primera visita oficial a dos países africanos. Le preguntaron por el SIDA (de los 33 millones de enfermos, 23 millones son africanos). Joseph Ratzinger respondió que la extensión de la enfermedad no se va a frenar con los preservativos ni con campañas publicitarias, “al contrario, éstos aumentan los problemas”. En un minuto el Papa echó tierra sobre todos los programa contra el SIDA de la ONU y de numerosas organizaciones internacionales. “Hay que sufrir con los sufrientes”, dijo el Papa, como si estuviéramos ante una plaga inevitable.
Ratzinger ha sido fiel a su origen germano y ha querido entrar en África por Camerún, una tierra que perteneció al imperio alemán. El líder de la iglesia católica pisa las tierras africanas con la misma actitud colonial que sus antepasados alemanes, buscando los intereses del Estado Vaticano y ajeno a los problemas reales de la población camerunesa. Los obispos y los curas católicos están en peligro de extinción, como los linces ibéricos. Por eso la iglesia católica busca en África los curas que no encuentra en Europa. El hambre empuja a muchos a querer “vivir como curas”, trabajando en una multinacional que te garantiza la comida en un continente donde crece el hambre.
El fundamentalismo católico que pretende dirigir la política española puede provocarnos risa o indignación. Pero en África, el discurso del Papa sobre el SIDA y los preservativos provoca muertes. Que el vecino de Berlusconi vaya a África a criticar la corrupción, o que un jefe de Estado elegido por sufragio machista de lecciones de democracia puede resultar paradójico. Lo más peligroso de este safari del Papa es que si hacemos caso al dictador del Vaticano y se suspenden las campañas para prevenir una enfermedad que mata a millones de africanos y si se prohíben los preservativos aumentará las muertes de africanos. Pero parece que Joseph Ratzinger le da el mismo valor a la vida de los africanos que el canciller Otto von Bismarck, que convocó la Conferencia de Berlín para repartirse el continente entre los estados europeos. Lo que no entiendo es que después de lo que dijo ayer sobre el SIDA y los preservativos, hoy dejen entrar a Ratzinger en un hospital de Yaundé.
Juan GarcÃa Luján
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