Rajoy no quiso rectificar la frase y es lícito deducir que al PP le da igual que ETA mate o deje de matar: va a lo suyo y sólo le interesa el terrorismo para desgastar al Gobierno; haya o no muertos. El caso es formarla de modo que seguirá con su estrategia pase lo que pase; mate ETA o no mate. Nunca creí que el PP reconociera tan por lo derecho su instrumentalización del terrorismo; aunque sea de agradecer la clarificación para no llamarnos a engaño.No hay posibilidad de entendimiento. Rajoy no se fía de Zapatero que convocó a todos los grupos políticos para un consenso antiterrorista. Incluidos los nacionalistas, lo que es novedoso respecto al pacto antiterrorista al que se agarra el PP. Del que conviene recordar que lo propuso Zapatero y que el Gobierno, entonces del PP, se burló de la iniciativa. En especial, ya ven, Rajoy. Sin embargo, semanas después Aznar lo aceptó al percatarse de que el PSOE se comprometía en él a no utilizar el terrorismo contra el Gobierno; justo lo que está haciendo ahora el PP. Saquen ustedes las conclusiones.Varios portavoces consideraron un error el debate que se estaba celebrando. Si, como dice Rajoy, ETA determina la agenda política al Gobierno, es evidente que los terroristas le marcan al PP la agenda parlamentaria: fue él quien solicitó la sesión de ayer que escenificó, dicen, la falta de unidad democrática.Sin embargo, no tengo yo tan clara esa falta de unidad. Todos los grupos políticos aceptaron participar en el consenso que propuso Zapatero. Todos, menos los populares, para nada dispuestos a renunciar a su principal arma. Suele decirse que por un garbanzo no se pierde un puchero; aunque se trate de un partido con diez millones de votos. Me explico.El terrorismo le ha permitido al PP desgastar a Zapatero; pero el desgaste de Rajoy no es menor. La opinión pública desea el fin de la pesadilla de ETA, lo que no figura entre sus prioridades: no otra cosa indica su frase sobre las bombas y las no bombas que se añade al mal disimulado alegrón por el bombazo de la T-4. Se les notó demasiado. Tampoco le ha pasado desapercibida a la opinión pública las ausencias de Esperanza Aguirre y de Gallardón en la manifestación del sábado. Estaban, como presidenta de la Comunidad y alcalde de Madrid, obligados a acudir, pero pusieron por encima de las instituciones que representan y de los sentimientos ciudadanos los intereses del partido. No sería de recibo que se mantuvieran al margen del consenso de las demás fuerzas, si Zapatero lo consigue. Tiene Rajoy un problemita porque las palabras y las actitudes no son inocuas. Y menos en política. Allá él.