Preguntas y respuestas

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¿Somos mejores que lo que éramos o el tiempo nos hace madurar a la fuerza? Que nuestros hábitos han cambiado es un hecho, desde lo más mundano a lo elevadamente místico. El dinero físico es testimonial, tener reuniones sin la condición explícita de la presencialidad, el apostar por el consumo a través del uso de plataformas digitales, el usar un lector para poder acceder a una carta en el restaurante, el uso del teletrabajo como una alternativa útil a nuestro día a día, el apostar por la comida a domicilio más allá de un domingo o el cambiar las cotufas o roscas más la bebida por sofá, serie y mantita se han ido filtrando en nuestras vidas sin mucho ruido. La aceleración de la digitalización es un hecho, y como tal, nos ha ido transformando en seres de cuyas manos no surgen dedos, sino un smartphone.

¿Nos hemos convertidos en personas más escépticas donde elevamos nuestro criterio de falsación científica a su máxima expresión o, por el contrario, hemos transformado el analfabetismo en bandera? La teoría de la conspiración siempre ha estado presente. Desde que hay comunidades enteras que defienden que el planeta Tierra es un disco plano situado en el centro del universo rodeado de un enorme muro de hielo, que nunca se ha estado en la luna generando las imágenes del acontecimiento datado en 1969 a través de su recreación en un plató cinematográfico en lugar de recorrer los casi 385 mil kilómetros que nos separan o que la vacuna que intenta combatir la COVID-19 y sus variantes contiene un chip 5G con el que se nos controla día y noche, siempre han existido teorías de la conspiración en donde albergan a partes defensoras y detractoras. Hay que tener en cuenta que este tipo de defensa generalmente basan su validez en evidencias indirectas o, incluso, en la ausencia de evidencias. Usar verdades a medias, sacadas de contexto, o directamente la falta de una prueba en algo no significa que lo contrario sea cierto. En este caso, más que apostar por la verdad, se apuesta por una mentira emotiva, lo que implica que los hechos objetivos tienen menos impacto que los propios argumentos emocionales. Ahora bien, no está la sociedad para perder mucho el tiempo en estas cosas con los problemas realmente importantes a los que nos enfrentamos.

¿Subirán los tipos de interés y qué pasaría si lo hicieran? Ya sea por la aparición de la enésima mutación vírica, por la evolución del (des)abastecimiento de bienes tanto por el incremento de la demanda como por las restricciones al intercambio establecidas o por los enfrentamientos geopolíticos a lo largo y ancho del mundo, lo cierto es que se asistimos a un repunte de la inflación a escala mundial. Tal es así, que la Reserva Federal americana da ya por hecho que su primera subida de tipos tendrá lugar este mismo año. Por su parte, el Banco Central Europeo ya ha comenzado a reducir gradualmente el ritmo mensual de compras de activos pudiendo ser finales a de 2023 donde los tipos se incrementen. Sobre las implicaciones se podría responder con un simple “depende” porque si se está del lado del ahorro, felicidades porque se incrementará la retribución, pero si se está con deuda, mejor correr a esconderse.

¿Qué pesa más, un kilo de plomo o un kilo de paja? Aunque suene pomposo porque se supone que se sabe, pesan lo mismo, no debiendo confundir masa con volumen.

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