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Cómo hacer una verdadera ‘revolución verde’ en los edificios canarios

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La Paterna es otro de los barrios de Gran Canaria donde se va a ensayar la llamada ‘revolución verde’, empleando para ello, según ha anunciado el Ayuntamiento de Las Palmas, el nada desdeñable presupuesto de “58 o 59 millones de euros”.

La iniciativa, sin embargo, ya ha sido objeto de críticas porque el diseño de la actuación se hace siguiendo los parámetros que corresponden a la Europa continental, pero no a nuestras islas. Por este motivo se estarán malgastando los fondos europeos que financian la rehabilitación. Los beneficios serán sobre todo para las empresas de construcción a costa del reverdecimiento de los barrios, y hay que destacar que dicho reverdecimiento era el objetivo proclamado por la iniciativa.

La ambiciosa actuación para mejorar la calidad de vida de los vecinos incluye la mejora de fachadas, eliminación de humedades, pintura y la instalación de ascensores. Todo ello desde una perspectiva de ‘rehabilitación verde’ donde se mejore la eficiencia energética de los edificios y, por lo tanto, se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, que empeoran la crisis climática, de los mismos.

Una ‘revolución verde’ que no lo es

Es ahí justamente donde la propuesta hace aguas: se propone la colocación de aislamiento térmico, tanto en fachadas como en cubiertas, con materiales de última generación. Además de sustituir los calentadores de agua caliente sanitaria por bombas de calor, o la instalación de placas fotovoltaicas. Si bien la sustitución de los calentadores supone un coste de unos 2.000€ por vivienda con reducciones de un 30% en la factura de la luz, el aislamiento completo del edificio puede suponer unos costes superiores a los 5.000€ por vivienda para solo reducir el consumo de energía en torno a un 8%.

Pero más allá del análisis de la rentabilidad económica de esta actuación, que parece ha sido relegada al olvido gracias a que el 90% del importe será financiado con cargo a los fondos Next Generation EU –también conocidos como fondos de recuperación– de la descripción de las medidas de ahorro energético se desprende la falta de un estudio energético exhaustivo que, analizando la situación actual de los edificios, proponga la estrategia más adecuada para mejorar la calidad de vida de los vecinos.

El barrio de La Paterna se encuentra a unos 150-200 metros de altitud sobre el nivel del mar, por lo que se localiza en la zona climática que el Código Técnico de la Edificación denomina alfa 3. Este clima se caracteriza por inviernos suaves, donde la necesidad de calefacción es casi nula, mientras que presenta una severidad elevada en verano, con unas demandas medias de refrigeración. Aspectos como la orientación del edificio, el número y disposición de huecos, cuando se ventila o el uso de persianas también influyen, por supuesto; pero este clima obliga a que cualquier intervención de mejora se centre, principalmente, en la sustitución de los calentadores o termos por unos de alta eficiencia (como se prevé hacer) y en la protección solar del edificio, huyendo del exceso de aislamiento para evitar sobrecalentamientos y, por tanto, de un aumento de demanda de aire acondicionado.

Sin embargo, en la propuesta del Ayuntamiento se ha puesto un gran hincapié en el aislamiento total del edificio: una medida adecuada para la Europa continental, donde se busca reducir el consumo de calefacción en invierno. Mientras, las actuaciones encaminadas a la protección solar se reducen a un anecdótico tratamiento de pintura, que si bien podría tener sentido en los edificios en su estado actual, donde la pintura se aplica directamente sobre la fachada, pierde toda su efectividad cuando revestimos dicha fachada de material aislante.

Por contra, no se mencionan estrategias fundamentales para el clima canario como las protecciones solares de los huecos, las fachadas y cubiertas ventiladas o las más que imprescindibles ventilaciones cruzadas. Actuaciones todas ellas de coste similar o incluso inferior al que se va a realizar y mucho más efectivas.

La intervención en La Paterna no parece por lo tanto centrarse en un estudio real de las demandas de confort de los vecinos.

Canarias debe tener su propio estándar de eficiencia energética

 La normativa vigente en ahorro de energía en edificación posee importantes problemas para el caso del clima canario alfa 3, hasta el punto de que se encuentra en proceso de rectificación, precisamente por los efectos contraproducentes que el exceso de aislamiento provoca sobre nuestros edificios. Estos efectos incluyen el aumento innecesario en materiales de construcción (aislamiento, vidrios dobles o triples, etc.), con el consiguiente sobrecoste económico y medioambiental, para no conseguir reducciones energéticas reales sino, al contrario, el aumento de la demanda de refrigeración, siendo en muchos casos necesaria la instalación de equipos de aire acondicionado en aquellas viviendas que antes no lo necesitaban.

Sería una pena que, ante la avalancha de millones de euros que vienen desde Europa para la rehabilitación de viviendas en los próximos años, por medio de los fondos Next Generation EU, no se hiciera la adecuada reflexión para invertirlos de forma inteligente y que primen las prisas para ejecutar presupuestos y el simple cumplimiento normativo, a pesar de que se sepa errado, dando lugar a efectos contraproducentes.

Desde la Asociación Canarias Archipiélago Sostenible, con el respaldo de la “Alianza por la rehabilitación de viviendas sin dejar a nadie atrás”, estamos luchando para que la modificación al Código Técnico de la Edificación incorpore parámetros que respeten las especificidades del clima alfa 3, el de Canarias, que es único en la Unión Europea. Las exigencias de ahorro energético para el clima canario han de centrarse no en la aplicación de importantes espesores de aislamiento térmico y la estanqueidad del edificio, sino en medidas como el endurecimiento de los requisitos en protección solar o el empleo preferente de la ventilación cruzada y/o ventilación mecánica sin climatizar ante el uso del aire acondicionado. 

La Unión Europea marca hitos a través de sus directrices sobre este asunto. Por ejemplo, ahora tenemos que conseguir la descarbonización para 2050: que los edificios no emitan CO2 asociado para su funcionamiento en dicha fecha. Cada estado miembro redacta su plan para conseguirlo, el cual debe ser aprobado por Europa y tener hitos temporales medibles (qué ha de conseguirse en 2030, en 2040 y ya en 2050). Así, quien marca el consumo de energía de los edificios en España es el propio Gobierno por medio de la normativa vigente, el Código Técnico de la Edificación (CTE). Por ello, en las próximas semanas desde nuestra asociación estaremos presentando alegaciones a la actual consulta promovida desde Bruselas con el objetivo de que dicho código sea rectificado y contemple nuestro particular clima. Solo así podremos lograr la tan anhelada ‘revolución verde´.

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