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Sangre, sudor y lágrimas

Juan García Luján / Juan García Luján

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No descubro nada si digo que José Cristóbal García es un tipo muy listo y un profesional como la copa de un pino. Tiene merecidos lustros en su trabajo en la patronal, donde ha dirigido durante muchos años el trabajo de sus técnicos, los informes anuales, las propuestas patronales en la concertación social y en diferentes pactos con gobiernos y sindicatos. Amigo de los datos, sabe comunicar y argumentar. Siempre accesible a los medios, lo mismo te analiza el IPC que la venta de las viviendas, dispuesto a debatir con quien haga falta pero siempre se prepara los temas, se estudia los números, los gráficos y las tendencias antes de abrir la boca. Otra cosa es que las conclusiones que saca José Cristóbal sean ciencia, no son ciencia, son pura ideología de una clase social que ostenta el poder en este sistema económico.

Los dirigentes de UGT y Comisiones Obreras conocen muy bien a José Cristóbal García. Por eso cuando el secretario de la patronal anuncia “sangre, sudor y lágrimas” deberían tomar nota. Y deberían hacer el mismo esfuerzo que él y estudiarse las cositas, leerse el informe de la patronal canaria, buscar datos propios, ver las tendencias e interpretarlo. Porque esto de repetir aquí las consignas importadas de Madrid no funciona. Cuatrocientas personas en la calle para protestar contra la reforma laboral no es un dato esperanzador.

La expresión “sangre, sudor y lágrimas” se hizo popular con la película del mismo título dirigida por David Lean (director entre otras de Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago). La ópera prima de Lean estaba ambientada en la segunda guerra mundial y su título venía de un discurso de Winston Churchill ante la Cámara de los Comunes. Había comenzado la segunda guerra mundial, el político conservador asciende a primer ministro tras la dimisión de Chamberlain por la derrota británica en Noruega.

En su primer discurso en la Cámara de los Comunes Churchill demostró méritos para ser considerado uno de los grandes oradores del siglo XX. El primer ministro británico anunciaba que venían tiempos duros, que el enemigo (el fascismo liderado por Alemania e Italia) era cruel. Se preguntaba y se respondía: “¿Cuál es nuestra política? Hacer la guerra por tierra, mar y aire, con toda nuestra potencia. ¿Cuál es nuestra aspiración? Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror, victoria por largo y duro que pueda ser su camino”.

Churchill tenía tan claro que en ese momento los enemigos eran los nazis y que la guerra estaba complicada que no dudó en promover una alianza con la Unión Soviética. Aquí en las islas, con la que está cayendo, con el terror que pueden vivir cerca de 300.000 canarios sin empleo que no saben cuándo volverán a trabajar, con el medio millón de despidos ilegales en España reconocidos por el Consejo Económico y social, con el aumento de los casos de mobbing, con este panorama UGT y CCOO se dedican a convocar manifestaciones en reuniones en Madrid, desde donde eligen fechas, lugares y lemas para las pancartas. Prefieren sentarse en los enmoquetados despachos de la patronal que bajar a la calle y escuchar a la gente. Prefieren mantener el protagonismo de sus siglas, que sentarse con todos los sindicatos y colectivos sociales para unir fuerzas.

No me sumaré al coro de los que quieren suprimir los sindicatos, eliminar los convenios colectivos, quemar los artículos que quedan del estatuto de los trabajadores. No me sumaré a los que aprovechan los excesos durante dos días de unos huelguistas en Madrid para generalizar y convertir en enemigo de los trabajadores a los que luchan por sus derechos. Los delegados sindicales hacen falta hoy más que nunca. En un sistema capitalista que se basa en el beneficio y la especulación, donde los números y el dinero son más importantes que las personas, hay que defender el derecho a la negociación colectiva, hay que intentar que la esclavitud laboral (que existe) sea siempre ilegal.

Por eso sería bueno que los dirigentes sindicales hagan algo tan sencillo como escuchar a José Cristóbal García cuando anuncia “sangre, sudor y lágrimas”, y luego en Google pueden encontrar el discurso de Winston Churchill. Y responder al terror laboral y la dictadura de los mercados desde la unidad de la clase trabajadora con las mismas palabras que el político británico respondió a su pregunta ¿cuál es nuestra aspiración?: “Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque, sin victoria, no hay supervivencia”.

Juan García Luján

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