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Otra inútil cumbre del clima mundial

Teo Mesa

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Comenzó la cumbre sobre el cambio climático en Katowice (Polonia) el pasado día 2 hasta el 14 de diciembre, auspiciada por la ONU. Será el prefacio para la gran cumbre mundial de jefes de Estados, para ratificar –que no para actuar con todo apremio– en los compromisos que firmaron las naciones del mundo en la cumbre de París de 2015, para combatir el cambio climático para el año 2020, con el objetivo de aminorar las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Al finalizar el presente periodo de esta concurrencia universal, habrá como es habitual en estos fulleros de la patraña, entusiastas proclamas, buenas intenciones y los acostumbrados embustes gubernamentales por parte de los representantes oficiales de todos los países. Todos y cada uno de los estados participantes en esta asamblea mundial declararán en sus conclusiones finales las buenas promesas y próximas acciones a poner en práctica para paliar el urgente cambio climático. Y como siempre, como en todas las anteriores cumbres, se consagrará devotamente disminuir los gases de efecto invernadero, para que no se multipliquen las trágicas consecuencias del ya presente cambio climático. Harán, cómo no, un brindis más al sol con sus incumplidas y presuntos compromisos en eficaces soluciones a tomar.

Tratan en esta cumbre de llegar a una determinación de los acuerdos firmados en París el pasado año 2015. En aquel pacto global de los 195 estados signatarios estuvieron conformes con las resoluciones propuestas y que serían de formal cumplimiento. Consistió en el acuerdo de reducir las actuales y excesivas emisiones de CO2 a la mitad hasta el año 2030, con una disminución de 40% de los gases de dióxido de carbono; y de concluir en un cero total en 2050. Con esta hipotética medida (a los hechos me remito en la incredulidad de tantos juramentos incumplidos desde 1997), con la exigencia de evitar que el calentamiento total de la Tierra supere el 1’5 grados a finales de este siglo.

Dicho sea, que hasta ahora, en nada se ha cumplido la firmada y comprometida disminución de gases de efecto invernadero acordada en París. Todo lo contrario, porque la concentración de CO2 en el medio ambiente ha superado todas las previsiones este año, alcanzando cotas no vistas anteriormente desde que se evalúan los datos, según los registros ofrecidos por la Organización Meteorológica Mundial. Pernicioso hecho que hace que las precipitaciones pluviales sean cada vez menores; o que llegan con gotas frías con tormentas de carácter dramático. Paradójicamente esta cumbre se celebra Polonia, que es el país que más carbón usa para sus energías.

Los científicos climatólogos han sido muy claros y concluyentes en sus advertencias: “Si no reducimos rápidamente las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero, el cambio climático tendrá efectos cada vez más destructivos e irreversibles en la vida en la Tierra”, ha declarado el secretario general de la organización, Petteri Taalas. “Nuestra oportunidad de actuar está a punto de agotarse”, agregó este mismo secretario, si no le damos una urgente solución a este problema mundial.

En uno de los estudios científicos de Carbon Global Project, advirtió que “el tiempo se está agotando” para cumplir con los compromisos de París. “Solo la descarbonización [eliminación del dióxido de carbono de la economía] profunda y rápida evitará que la Tierra sobrepase el umbral de temperatura del grado y medio en solo una década y los dos grados unas pocas décadas después”.

Todo son discursos y soflamas en estas cumbres. Todas ellas son una farsa, un sainete utópico, porque todos los países del mundo desarrollado no tienen una clara intención de reducir en sus industrias el uso de la quema de fósiles inorgánicos, que son los que dañan la el aire puro de la atmósfera y nuestro medio ambiente para ser vivido.

Máxime con la salida del país norteamericano, por la torpe e incomprensible decisión del trueno mandatario que ocupa la Casa Blanca, que es un interesado negacionista del aumento de las temperaturas en el planeta por la combustión señalada (los cataclismos climáticos que ocurren en su país son producto de una casualidad natural o de la ira de los dioses). El país yanqui es el segundo en el mundo que más emisiones de dióxido de carbono emite a la atmósfera, después de China, que ocupa el triste lugar de primer envenenador del medio ambiente y del efecto invernadero.

Los países del llamado ‘primer mundo’ quieren tener un plus de avance industrial y tecnológico, pero sin disminuir sus riquezas materiales como estado y progreso, y sin apearse del bienestar que les genera la quema de los combustibles fósiles, siendo el peor contaminante el carbón –uno de los más usados en la industria eléctrica–; y arguyen para ello, el falaz argumento de la creación y mantenimiento del empleo y evolución social en sus países.

Son conocedores en sumo grado de las aciagas consecuencias que las catástrofes climáticas nos puedan zaherir a todos los seres vivos y al medio ambiente en general. Las soluciones para tener unas energías no contaminantes que se tienen con las tecnologías e introducción de las energías limpias y renovables, no son para estos países un buen recurso. Prefieren seguir con la quema de fósiles para obtener la fuerza motriz de sus industrias (que a corto plazo son más baratas), aunque en ello nos vaya la vida y la destrucción de la salud y del medio ambiente del planeta.

Ninguno de los mandatarios mundiales y sus representantes en esta cumbre, tienen patente de corso ni poderes sublimes –aunque tengan el respaldo de sus votantes–, para que, en nombre de toda la humanidad y los seres vivos en general, hagamos y continuemos lo que dicten sus abusivos y mentecatados caprichos. Todos tenemos los mismos derechos y compromisos con los respetos y protección del medio ambiente, con el sano aire que respiramos, con una saludable vida, etc., en sus países correspondientes y en el general de toda la Tierra. Los seres humanos (los irracionales) y los demás seres vivos (los racionales) que formamos parte del efímero hábitat en el universo, tenemos la misma legitimidad y deberes para con el planeta.

La ONU ha dado hace unos meses un ultimátum por las subidas de temperaturas a todos los países industrializados de la Tierra. Urge a todos a tomar urgentísimas mediadas para paliar el uso de las emisiones de gases de efecto invernadero, que son los causantes del cambio climático a nivel mundial. Las temperaturas ya se han incrementado en 0’5 grados en estos últimos años. Estas alteraciones de las temperaturas podrían llegar a un aumento hasta los 3 grados al finalizar este siglo, si no existe un serio y responsable compromiso por parte de todos.

Todo hace pensar, según los nefastos datos de la irracionalidad de los seres humanos, que no se alcanzarán los acuerdos firmados en París, con la bajada de las temperaturas acordadas –ya mencionadas– y abandonar drásticamente el uso, sobre todo del carbón, y demás combustibles fósiles. Pero estos representantes de la mayoría silenciosa del universo no son los únicos que tienen la última palabra y la absoluta decisión: la tenemos todos los seres vivos que ocupamos un lugar en el planeta en calidad de hipotecados de cara a las futuras generaciones venideras.

Tendremos que entonar un réquiem por la subida de temperaturas en nuestro planeta, con los consiguientes y catastróficos efectos del cambio climático, porque el egoísmo del ser humano traspasa su propia autodestrucción y la del medio ambiente que le regala la vida. Absurdamente, es el único ser vivo del universo que lo destruye, y que se jeringue el planeta, y todos estaremos abocados a la sexta autodestrucción de la vida sobre nuestra hermosa Tierra.

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