Una vez la alcaldesa se mostró al mundo entero más contenta que una chiquilla con zapatos nuevos y los medios de comunicación nos quedamos sorprendidos del anuncio soriano, el camino queda expedito para que la ciudadanía crea que las autoridades civiles y militares son buenas hasta límites cercanos a la santidad. Esto tiene sus lecturas, y nosotros, que somos unos malvados, hacemos dos: a) Soria trata de lavar su imagen al día siguiente de un pleno del Cabildo en que quedó seriamente dañada, y b) una vez se calman las voces contrarias a cualquier actuación extraña en el Estadio Insular, el camino de la piqueta queda absolutamente franco (con perdón), y por eso se aprobó el contradictorio estudio de detalle. Lo mismo que con el viejo Woermann: se declara la ruina del edificio, se manifiestan razones de insalubridad, y rianga, todo p'al piso.