Lo negará cuantas veces quiera, pero lo cierto es que Manuel García Navarro no se ha resignado al devenir de las cosas en el seno de la UD Las Palmas. Primero que si, como ya es triste tradición desde hace unos años, hubo que esperar hasta el último momento para saber si el equipo amarillo se iba al pozo y podía seguir otro añito en Segunda. Luego, el fiasco en que ha quedado el proyecto de viabilidad con el bloqueo de la venta de Barranco Seco y la negativa de los dueños a poner tres millones de euros más. Encima, la UD Salamanca apretando por el impago del traspaso de Edu Alonso, o sea, lo mismo que le pasa a Las Palmas con el Atlético de Madrid por la venta de Jorge, pero al revés. Esa deuda que además provoca el que no se puedan dar de alta a nuevos jugadores. La perrita mira mal y eso no le gusta a García Navarro. Resultado: nuevo ruido de sables en Pío XII.