Con mucha educación, a la par que elegancia, la inmobiliaria Urbis en Las Palmas declinó este martes ofrecer a este periódico su versión acerca de lo que venimos publicando de su brillante gestión en un par de promociones llevadas a cabo en la isla de Gran Canaria. Respetamos esa actitud, faltaría más, y tomamos nota del mensaje añadido: “Ponemos el asunto en manos de nuestros servicios jurídicos”, lo que viene a significar que, en teoría, deberíamos estar entrando en estado de manifiesto acongojamiento generalizado. Una lástima, porque todavía nos habíamos quedado con ganas de contar cómo en la promoción de Urbis en La Atalaya de Santa Brígida han sido tan cutres-tan cutres, que hasta han sido capaces de retirar el recubrimiento de piedra que adornaba el chalet piloto para que los propietarios, en un rapto de estupidez, creyeran que nunca existió y evitaran reclamarlo. Las cosas que nos cuentan los afectados deberían formar parte de un anuario del disparate, pero los vamos a guardar para cuando nos llamen a declarar.