La oposición, fuertemente influida por la comunidad educativa del Carlos Socas, puso el grito en el cielo a poco de conocer las intenciones permutantes del Ayuntamiento ingeniense. Así que, con el reglamento en la mano, solicitó un pleno extraordinario para tratar de que se votara una permuta tan pintoresca. El grupo de gobierno, que anduvo listo para salvar el conchabo, decidió en una sesión plenaria previa delegar en la junta local de gobierno cualquier asunto referido a permutas, y al descubrir la solicitud de la oposición de convocar un pleno extraordinario, celebró junta de gobierno para aprobar precisamente esta permuta. Tal decisión evitó un acalorado pleno en el que la concejala beneficiada por el acuerdo habría tenido que ausentarse, lo que dejaría el asunto en empate a diez. Y al alcalde, obligado a aplicar su voto de calidad.