Nos llega de los juzgados de Madrid la declaración ante el juez, en calidad de imputado, del que fuera jefe de gabinete del presidente del Cabildo grancanario, Víctor Rodríguez Gago. Periodista de profesión, y fue de los buenos, cambió un día su rumbo y se dedicó al complicado arte de llevar los discursos y los artículos al presidente Soria. Paralelamente, participaba de modo decidido en un panfleto digital anónimo que se edita desde los aledaños del despacho presidencial, hasta que le metimos un par de querellas y puso pies en polvorosa. Gago se encuentra ahora en Madrid y a su puerta ha tocado la Justicia para preguntarle por qué escribió las cosas que escribió de modo tan anónimo. Se ha respaldado en un derecho que le respetamos con sus consabidos límites, el de la libertad de expresión. Pero la noticia no ha estado en lo que dijo, sino en el abogado del que se hizo acompañar, Nicolás González-Cuéllar Serrano. Se trata, miren ustedes por dónde, del mismo letrado que actúa con Soria en sus querellas contra nosotros. Se cierra el círculo sin necesidad de que Gago le haya dicho a nadie eso de “estás bonito tú”. Con todo lo que sabemos que hiciste el último verano.