“¿Y ahora, qué hacemos?” se preguntan entre cabreados y desconcertados los miles de concejales de Hacienda de la España toda al darse cuenta, calculadora en mano, que no hay manera de cuadrar los números por la gracia del Gobierno de España y olé de cargarse el Impuesto de Actividades Económicas para darnos a todos, eso sí, más seguridad. En ese lote de mosqueados se incluye nuestro admirado Curro Fernández, gestor de las perras públicas de Las Palmas de Gran Canaria, que anda metido en un estrés de considerables dimensiones. Y eso que nos encontramos ante un caso de concejal que, en alguna de sus facetas de contribuyente, ha tenido algún involuntario desliz con el IBI, ya resuelto gracias a Dios. Deseamos mucha suerte al concejal para que consiga los millones de euros que no le cuadran y los que le faltan, por ejemplo, para arreglar La Favorita y terminar por meterla con calzador en las necesidades municipales. Que las hay no dinerarias.