Pero no contento con tanto disparate, va y larga aquello de que él está ahí, al pie del cañón, para que los negocios se queden en manos de los canarios. Sí, sí, exactamente como ocurrió con los hipermercados, y como acaba de ocurrir con el casino de San Bartolomé de Tirajana, que va a parar a manos de una empresa madrileña, Orenes, del grupo Recreativos Franco. Y lo mismito que él permitió con mucho afán, en aquella irrepetible época en que se lo pasaba pipa con Ansar from Spain, que Unelco pasara al control total de Endesa en una centralización tan brutal que hasta para comprar unos lápices y un afilador hay que mandar las facturas a Madrid. Pero, de verdad, ¿alguien se cree que los empresarios canarios van a gestionar algo del gas? Más bien diríamos que están ahí, en primera línea, para los negocios preliminares, obra civil, adjudicación del transportista y elección del país de origen. Lo demás será siempre dependencia exterior, esa de la que el consejero dice renegar y a la que se abraza cada vez que toca. En fin.