De todo el mundo es sabido que la misma doctrina, los mismos argumentos jurídicos pueden valer para los dos lados del calcetín, según sea el órgano jurisdiccional, el denunciante o el denunciado. Los anales de la Audiencia Provincial de Girona guardan como oro en paño una resolución de su Sección Tercera que admitió el recurso de un ciudadano que no llegó a tiempo a un juicio en el que resultó condenado por una falta de lesiones. El ciudadano en cuestión presentó ese recurso en un papel común, escrito a mano y sin asistencia jurídica alguna, alegando que no estaba de acuerdo “con la sentencia porque, de haberme presentado a la hora citada, la sentencia podría ser otra. El motivo por el cual llegué 10 minutos tarde es que, justo cuando decidí salir de casa para presentarme a la citación, me entraron ganas de cagar y no podía aguantarme, y por estos motivos presento recurso de apelación”. ¿Insolencia? ¿Desacato? ¿Fraude procesal? Pues no.