Pero ha mentido el Gobierno. Antes de marcharse a Cuba a entrevistarse con “el régimen dictatorial” que tan poco gusta a su socio Manolo Soria, Paulino Rivero recibió la solicitud de dimisión de Daniel Cerdán. El actual director general sabía que pensaban destituirlo una vez se resolviera el concurso sobre los informativos y se suspendiesen el lote A (programas de entretenimiento) y el lote C (gestión de la publicidad). Cerdán había encargado a una empresa catalana, en un nuevo alarde de canariedad, un informe para valorar las tres ofertas que se presentaron al lote A: Socater, Vocento y El Mundo Televisión. Para desgracia de Soria, el informe no dejaba en buen lugar la propuesta de su Pedrojota del alma. Así que, como es norma de la casa, el vicepresidente presionó para que no ganara el concurso Socater y se garantizara el negocio de la programación a El Mundo. Pero Paulino, en plan zorrocloco, tiró por el camino de en medio, dio los informativos a Socater y ordenó paralizar el lote A. Cerdán no quiere ser objeto de lo que se avecina: una sucesión de acciones en los tribunales que pueden acabar salpicándole, así que lo mejor es poner tierra de por medio.