Mientras estas cosas ocurren con los más vulnerables del sistema, los poderosos, o los aspirantes a poderosos, siguen repartiéndose la mamanza sin recato alguno. El alcalde de La Laguna, que un día pretendió pasar por un hombre decente, llamado a cambiar los modales históricos de una ATI gamberra, ha caído en las garras del enchufismo con el mismo descaro que cualquiera de sus ancestros políticos. Cuando lo hicieron alcalde dejó en manos de su señora esposa, Elisa González Sosa, la firma familiar dedicada a la administración de fincas, Administración Ecológica, S.L., con la que ejerció incluso estando de concejal de gobierno. Especializada sobre todo en las propiedades de un conocido constructor lagunero, la empresa ha sido finalmente vendida a terceros, al menos sobre el papel, lo que dejaba en situación de desamparo laboral a la primera dama lagunera. Pero enseguida encontró acomodo laboral la señora González Sosa, concretamente en la empresa Metropolitana de Tenerife, la del tranvía, participada al cien por cien por el Cabildo de la Isla. En La Laguna, a cambio, ha sido colocada la esposa del portavoz de ATI en Santa Cruz de Tenerife.