La desestimación de la demanda interpuesta por don Pepito (y su equipo jurídico) contra la sentencia de primera instancia ha llevado aparejada también la revocación íntegra de esa resolución, por lo que el demandante más dicharachero de Barrio Sésamo ha sido condenado a pagar las costas judiciales, es decir, los abogados y procuradores de Carlos Sosa y de la empresa editora de CANARIAS AHORA, demandados en este proceso. No está mal: en la misma semana dos sentencias que condenan al propietario de El Día a pagar las costas judiciales por procedimientos desquiciados que pone en marcha sin orden ni concierto y con el único objeto de hacer el ridículo. Porque es ridículo pretender que condenen a alguien por intromisión al honor por utilizar el término don Pepito. También ha resultado ridículo para un señor de edad tan provecta y con una trayectoria tan plagada de pregones, juegos florales, metopas y calles dedicadas que lo condenen a publicar una rectificación y a pagar las costas judiciales por empeñarse en negar la mayor a tal rectificación. Es el caso que les comentábamos ayer en esta misma sección ante la resolución sobre el caso de los papeles de México, que ha metido a don Pepito y a los suyos en un disparatado laberinto periodístico y judicial. Quedamos a partir de este momento a la espera de la reacción del afectado, que a estas horas ya habrá convocado en su despacho a sus dos escribanos de cabecera para hacer una terapia grupal en la que encontrar los términos más adecuados para descalificar a) a la justicia por volver a fallar en su contra; b) a Mariano Rajoy por no haber removido de sus puestos a los jueces desafectos al régimen, a las buenas costumbres y a las personas de orden; c) al director de CANARIAS AHORA, al que acusará de haber conocido la sentencia diez minutos antes que él gracias a sus sospechosos contactos en la Judicatura; y d) por supuesto, a Paulino Rivero, por no haber pedido todavía la independencia de Canarias.