Hay un amplio ramillete de reproches del juez García Sotoca a muchos de los testigos que intervinieron en el juicio convocados por Carlos Sosa. No coló la explicación de Luis Soria sobre aquel encuentro casual del entonces consejero de Industria con los hermanos Esquivel en la ciudad alemana de Magdeburgo días antes de que se convocara el famoso concurso eólico. Como no colaron los recibos de chicha y nabos presentados por la mujer de Soria para justificar unos pagos inexistentes por el alquiler del famoso chalet del empresario que iba a resultar beneficiado gracias a la magia soriana (nada por aquí, nada por allá... vôila, una chochona para el amigo). El juez propina al vicepresidente un inclemente meneo por su versión sobre el contrato de alquiler del chalecito, versión que no coló pese al sarcasmo empleado por el ahora condenado: “Claro que no puse fianza, ni que fuera bobo”, dijo en el juicio queriendo pasar por el más listo de la clase.