Guillermo Reyes es el paradigma de la indecencia política. Si no fuera porque la democracia es así de imperfecta, debería aprobarse una ley que permitiera borrar su paso por el Ayuntamiento de Telde para que las generaciones venideras no pasen vergüenza. Pero hay que tenerlo catalogado, no sólo porque fue un representante elegido por los ciudadanos (manda Trillos), sino también porque es necesario recordarlo para investigar lo que hizo y ponerlo como ejemplo de lo que no debe repetirse en una Administración pública. Por si fue poco el daño que infligió a Telde, ahora se permite dedicarse a sacudirse las pulgas de expedientes que él mismo armó y que han tenido que ser sus sucesores los que los desactiven para adaptarlos a la legalidad. Conocemos al menos tres casos muy paradigmáticos que a punto estuvieron de estallar en las manos del actual grupo de gobierno.