Lo de José Manuel Soria es que no se puede aguantar de puro extraordinario que es. Y decimos extraordinario porque la ordinariez, sinceramente, no es uno de sus defectos; pero salirse, en honor a la verdad, se sale este hombre. Ya les decíamos el otro día, cuando en plan urgente les contábamos la última del Estadio Insular, que nos temíamos que debía haber gato encerrado. A esos anuncios tan generosos para con la ciudadanía, Soria añadió durante el fin de semana unas apocalípticas declaraciones sobre el mercado eléctrico. En ambos casos nos hemos encontrado con un Soria desconocido, de un lado renunciando a aprovechamientos urbanísticos, y de otro apostatando del liberalismo que tanto pregona y con el que nos quiere salvar del comunismo más feroz.