El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Cuidado con la ola
Tanta perfección de estadio no iba a ser buena, nos tememos. Tecnología punta para todo, medidas de seguridad, materiales de primerísima calidad, palcos del quince... Pero no se puede hacer la ola con naturalidad. Y todo porque las butacas, que también deben haber costado un ojo de la cara y la yema del otro, se cierran automáticamente una vez han dejado de acoger las correspondientes nalgas. Es decir, que si te levantas para hacer la ola, ahí, con los brazos en alto, no te puedes volver a sentar inmediatamente para que se note el efecto ola propiamente dicho. Al contrario, puedes levantarte, pero o dejas una mano abajo para empujar la butaca cuando toque sentarse, o tardas una eternidad en volver a depositar tus posaderas en el lugar prefijado. O, en el peor de los casos, te metes un leñazo en ese estupendo lugar de modo y manera que queden unas marcas como en forma de cruz. Ya saben.
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