Es más que probable que el empresario alemán Theo Gerlach, propietario de la cadena Seaside Hotels y flamante Hijo Adoptivo de Gran Canaria, se imaginara que esto iba a ocurrir el día que fue convocado a una reunión en el Consorcio para la Rehabilitación Turística de San Bartolomé de Tirajana. Le querían explicar de qué iba el invento, pero él se adelantó: “Primero, que arreglen esas hamacas y limpien el palmeral, y luego que se pongan a hacer obras”, dijo el empresario en presencia de otros destacados colegas del sector turístico. Efectivamente, el municipio de San Bartolomé de Tirajana presenta una penosísima imagen de abandono, con unas infames hamacas que se cobran a precio de oro, con el mayor número de baches por metro cuadrado de toda España, con un servicio de limpieza que ni limpia ni contempla la recogida selectiva de basuras... Cuando al gerente del consorcio, José Fernández, se le ocurrió plantear informalmente esas quejas de los empresarios, la alcaldesa, de común celosa con sus competencias (e incompetencias) lo acusó de querer quedarse con la limpieza y el control del concurso de hamacas, que debe ser muy enriquecedor para todo el mundo menos para los usuarios, que son los turistas y los que vivimos aquí.