El libro KA: Licencia para matar, de los periodistas españoles Elena Pradas y Fernando Rueda no deja lugar a dudas sobre el decisivo papel que desempeñó en El Salvador el intrépido espía, que cumplía órdenes no se sabe muy bien de quien. Bueno, se sabe, por lo que dicen los autores, que no hacía ni puñetero caso al embajador español, Álvarez de Miranda, una de las personas que mejor le tiene cogida la matrícula y que podría declarar en el proceso abierto en la Audiencia Nacional por el asesinato de Ellacurría. López Pascual siguió su particular hoja de ruta ajena a la legación española y acabó metiéndose tan dentro del ultraderechista partido ARENA, que fue fichado para dirigir su campaña electoral en 1989. ARENA ganó aquellos comicios por mayoría absoluta en la segunda vuelta y Alfredo Cristiani, del ala más dura del partido, íntimamente ligado a la línea de los comandos asesinos del ejército, se alzó con la presidencia. Nuestro espía lo celebró con un gran puro y champán al grito de “misión cumplida”.