Para nosotros (y para una multitud que siempre lo ha conocido por ese nombre) seguirá siendo don Pepito. Así seguiremos llamando al editor y director de El Día, José Rodríguez Ramírez, porque consideramos que ese cariñoso apelativo es el que mejor concuerda con el personaje que él mismo se ha empeñado en interpretar. Y porque, con fecha 9 de mayo, un juez de Primera Instancia de Santa Cruz de Tenerife, Álvaro Gaspar Pardo de Andrada, ha acordado rechazar las pretensiones del ilustre editorialista independentista de que le dejáramos de llamar precisamente así, don Pepito. El magistrado, efectivamente, ha desestimado las medidas cautelares promovidas por el editor de El Día en lo que se substancia la demanda principal de protección del honor que nos ha interpuesto precisamente por llamarlo tan cariñosamente, esto es, don Pepito, y perdón por la insistencia. El titular de Primera Instancia 9 de Santa Cruz califica el pleito de “mediático-insular” y aprecia que “parece que no es el único”. A su juicio, “hay que andarse con cautela (más si cabe en estado cautelar) y decidir con sosiego qué derecho pesa más si el del honor o los de información y libertad de expresión tras un proceso plenario con todas las garantías (Omnia secundum litem fiunt, Heráclito)”, lo que viene a significar que, apreciando que “todas las cosas se engendran a manera de contienda”, según el filósofo griego, hay que analizar en profundidad lo que pide don Pepito en su demanda principal (6.000 euros por vulnerarle su honor), o lo que defendemos nosotros, que ni le hemos vulnerado su honor ni lo pretendimos nunca.