En todas las huelgas se producen situaciones enojosas y mucha tensión, lo que conduce a que se digan o se hagan cosas que luego, con las aguas vueltas a su cauce, suenan fatal. Por ejemplo, sonó fatal a los trabajadores que Videoreport no dejara pasar la tarde del viernes a los miembros del comité de huelga a las dependencias de El Sebadal alegando que las instalaciones estaban cerradas; les sentó mal, además, que durante su entrevista con Willy García, el director general de Radiotelevisión Canaria se limitara a expresarles que transmitiría sus peticiones a Videoreport, empresa que “se atendrá a las consecuencias” si incumple el pliego del concurso de informativos, según les dijo. Pero lo más enigmático de esta primera jornada de huelga se produjo la noche del jueves, cuando en la redacción de El Sebadal se recibió una llamada del jefe de prensa oriental de Paulino Rivero. Manuel Almeida, despistadísimo, quería hablar con el equipo que había cubierto aquella mañana un acto de su jefe en la Universidad “para saber qué le habían preguntado”. Efectivamente, alguien cuestionó al presi por su opinión sobre la huelga de Videoreport, lo que le sentó fatal. Y Almeida quería saber si había sido un periodista de la casa.