La Operación Brisan no se limita a las compras de tachas y sacos de mortero en la ferretería del concejal Luis Troya, sino que tiene algunas derivaciones muy llamativas, como esa de los camiones de material de propiedad municipal con rumbo a las viviendas de los amigotes, mayormente del alcalde, ora para echar un techo (con perdón), ora para arreglar un murito y unos parterres. Siempre, claro está, en esta última campaña electoral, la que ganó el Niño Bravo limpiamente. Falta por destaparse la parte urbanística de la operación, que tiene que ver con el famoso centro comercial de El Monte, el conocido como mamotreto, que empezó como empezó y acabó con un parking y unos metrillos de suelo público sin compensar. Cuando estalle esta parte urbanística estaremos atentos a la cara de Amalia Bosch y los angelicales ecopijos de Santa Brígida.