Don Pepito anda tocado del ala. No está acostumbrado a que la gente bata hasta el desencaje sus mandíbulas con la sola lectura de sus artículos editoriales, que han pasado del insularismo ñoño, franquista y trasnochado al más absurdo e increíble independentismo. Y no criticamos que sea independentista, criticamos que no siéndolo, no sintiéndose independentista, insulte del modo que lo hace a los que sí defienden esa posición política. Pero por motivos que desconocemos, o quizás jaleado por ese par de camarlengos que le llevan cada día a disparatar un poco más, el dueño de El Día se ha metido en unos berenjenales de los que va a tener poca escapatoria. Porque además del ridículo, habrá de responder por ellos en sede judicial, donde ya ha empezado a tener las primeras dificultades. En la querella de Santiago Pérez, el fiscal ha pedido, en su escrito de calificaciones, más de 15.000 euros de indemnización y un par de meses de pena de multa para el soberanista editor. Otro fiscal, según ha publicado él mismo, le ha requerido para que informe de la autoría de uno de sus disparatados artículos editoriales. Debe ser que se le viene encima una querella de oficio del Ministerio Público, lo que ha provocado un estado de nerviosismo y un síndrome de perseguido que se está traduciendo en una mayor profundización en el desquicie. Porque detrás de todos ellos vamos nosotros también a los tribunales, a ver si allí mantiene lo que de nosotros anda publicando con infantiles y estúpidos eufemismos.