Se supera cada día el equipo de nuestra compañera Carmen Gurruchaga, directora del Primer Café, de Antena 3 TV, en su empeño por que no se le note nada el encargo de dar cobertura al Partido Popular en la crisis del Prestige y en la cruzada contra la inseguridad, los inmigrantes y los impuestos. Cuando no toca machacar a invitados de la oposición, toca sacar en procesión, sobre alfombra roja y bajo palio, a líderes del PP. Este martes le tocó a Manuel Fraga, que sigue gozando de muchos recursos dialécticos, pero que ya anuncia retirada. Salvo Nativel Preciado, que trató de plantear alguna pregunta normal, el resto de tertulianos, con la Gurruchaga al frente, se dedicaron a colocar los salmones en el anzuelo del invitado y, tras elogiar sus artes pesqueras, aplaudirle por la habilidad para sacar el pez del río, depositarlo en la orilla y mirar con displicencia al sirviente para que lo retire, reponga el cebo y se incline levemente ante la autoridad. A los de Nunca Máis los pusieron bonitos sólo con las preguntas: “¿No cree usted que a estos señores el tiempo los acabará poniendo en su sitio?”; “¿Será el voluntariado el que finalmente acabe con la semilla del separatismo sembrada por Nunca Máis?” “¿Cómo valora que detrás de esa organización estén el BNG y el PSG?” Y, como a Felipe II, hasta llegaron a preguntar a Fraga si terminarán los gallegos por dar las gracias al Prestige por el aluvión de inversiones que el benefactor Gobierno de Aznar se dispone a volver a adjudicar este viernes en consejo de ministros. Por tratar de tocar el cielo del centro reformista, la directora del espacio llegó a sugerir un AVE hasta Galicia. Lo que nos lleva a pensar que cala en las filas peperas la tesis de que la mejor medicina reformista y patriótica constitucional para calmar a las masas es un tren. Y cuanto más empingado vaya, mejor.