Nada, que no hay manera de que se regenere la política y la vida pública de Canarias. La corrupción y la componenda se han instalado de tal manera en determinadas esferas que pensar en erradicarla parece un sueño irrealizable, parecido a las alucinaciones felices del presidente Martín. Lo mismo que los compañeros de partido se pelean para que triunfe el engaño y el compadreo, se cierran las escasas y estrechas rendijas que en algunos sitios se abren para que la cosa se oxigene. En la Autoridad Portuaria de Las Palmas se vuelve a perder una oportunidad con el relevo de Luis Hernández. Es lógico pensar que Soria, Mauricio y Lopesan no quieran ver por los alrededores todo el verano a Luis Hernández, pero de ahí a que el sustituto sea José Manuel Arnáiz va un trecho difícil de engullir. Alguien con buena voluntad debería contestar públicamente si era verdad o mentira lo que aquí hemos dicho de Arnáiz, un candidato a presidente del Puerto que no resiste la mínima prueba de solvencia y de integridad. Lo sentimos por el Puerto y por la decencia.