Está bien esto de que se cuente que la decisión de quién sería el nuevo presidente de la UD Las Palmas estaba tomada desde el jueves de la semana pasada. Le da a la cosa un barniz de prietas las filas que no veas. Claro que si tenemos en cuenta que casi al tiempo se contó que el efímero consejero Gonzalo Jorge se marchaba a casa por motivos profesionales, las dichosas dudas se ponen a asaltarnos con más ímpetu que un geo inestable. De natural inquietos que somos no se nos podía escapar que el que tomaba las de villadiego, hacía escasos días que había dado su visto bueno a formar parte del proyecto. Una de dos: o su situación laboral había cambiado sensiblemente, o había minino recluido. Lo segundo, miren por donde. Resulta que el hombre se autopostuló para ser presidente en caso de que no lo fuera Rafael León y los defensores del efecto el club para el pueblo no tragaron. Así que como Ríos no le gustaba para ocupar el puesto, decidió hacer el petate.