Hasta después de muerta sigue dando la lata la dichosa placa golpista retirada -de momento- de la fachada del Gobierno Militar de Las Palmas. Los responsables militares alegaron que habían quitado el chisme para limpiarlo y adecentar la fachada, de piedra de cantería de Arucas, pero con las carreras se olvidaron de completar el disimulo retirando otras placas y adornos que luce esa misma fachada. En fin. La placa se retiró por presión popular, que es como a veces funcionan las cosas en democracia, y por presión popular hay que hacer que no vuelva a lucir cara al público. Cosa distinta es que se coloque en algún interior, en un museo o en una galería de recuerdos, incluso horribles. Nos consta que el delegado del Gobierno ha intervenido en el asunto desde un principio, y lo ha hecho con la delicadeza que requieren las relaciones con el Ministerio de Defensa y con los militares. Esperemos que todo se resuelva de modo racional.