José Manuel Soria no podía permitirse pasar al ostracismo en el último congreso regional del PP canario en el que probablemente participe como político en activo. Pero sabía que al día siguiente la inestabilidad en la que anda desenvolviéndose el partido en las Islas iba a dar sus primeros avisos. A las gestoras que operan en Fuerteventura, Lanzarote y La Gomera, se han único ahora las disputas cortesanas en Gran Canaria y Tenerife, donde se prevén sustituciones presidenciales. O al menos se van a intentar. En el caso de Gran Canaria, el relevo será incruento porque el actual presidente, Miguel Jorge Blanco, quiere ceder el testigo a alguien con más ganas de continuar. Habrá varios candidatos, pero ya verán que se aplicará la doctrina soriana, la de la paz forzada, para que no haya más navajazos que los normalmente admisibles. En Tenerife, sin embargo, la cosa será dura gracias a ese Ángel Llanos lanzado a la noble tarea de decapitar a Cristina Tavío como sólo él sabe hacer cosas así.