Con sus declaraciones acerca de sus maniobras presuntamente desestabilizadoras, tanto en dirección a Coalición Canaria como al PSOE, el presidente del PP canario sólo intenta transmitir a la ciudadanía una imagen de conchabo y de mercadeo en las negociaciones del pacto, de manera que en la revoltura, él pueda salir glorioso por el mero hecho de haberse quedado fuera. Sugiere un tamayazo, una especialidad muy conocida en el PP, consistente en comprar diputados de la oposición para asegurarse una investidura como la de Esperanza Aguirre en 2003, cuando este mismo partido compró a dos parlamentarios del PSOE. Y lo hace insinuando nombres y figuras de los dos partidos políticos actualmente en negociaciones. Ha dejado caer en conversaciones con diputados electos palmeros que ha hablado del asunto con López Aguilar, que ese miércoles lo desmentía rotundamente desde Bruselas. “Ni recibo llamadas [de José Manuel Soria] ni las atiendo”, dijo muy cabreado al ser preguntado por nosotros. Además, para remarcar su postura, recalcó que “es completamente falso que yo haya postulado un pacto con el PP (...) ni he ofrecido un pacto con el PP como alternativa a CC”. Pero, además, Soria ha dejado caer en conversaciones privadas otros nombres de presuntos tránsfugas, como Antonio Castro, Miguel Zerolo y José Miguel Ruano. Siempre liándola, siempre inventándose cosas, enmierdándolo todo para ser el rey de la letrina. Porque de ahí no suele pasar.