Hay que calificar de acontecimiento histórico la decisión del magistrado Miguel Ángel Parramón, decano de los jueces de Las Palmas de Gran Canaria, de enviar a la Sala lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia las investigaciones en las que ha detectado la presencia llamativa de un magistrado. Es un hecho que puede marcar a partir de ahora un antes y un después en la credibilidad de la Justicia en Canarias, porque no es nada frecuente que se ponga en marcha una investigación contra un juez en activo, y mucho menos al ser descubierto con la oreja pegada a un teléfono que andaba intervenido mientras se investigaba un caso de presunta corrupción política. O martingala, si no les gusta lo de presunta. Si les decimos que el origen de todo esto está en una denuncia que publicamos nosotros, la del supuesto uso de información privilegiada en el concurso eólico de Luis Soria, seguro que empiezan ustedes a atar cabos.