No tenemos constancia alguna de que el consejero de Ordenación del Territorio, Domingo Berriel, se pirre por el salmón. Ni fresco, ni ahumado, ni en sashimi. Tampoco nos consta que ande comiendo rabos de pasas todos los días, aunque bien pensado quizá lo necesitaría para fortalecer su memoria. Nos dijo hace unos días que ya no se acordaba de cuando se cabreó muchísimo por el incumplimiento por parte de Anfi Tauro de un convenio con carreteras por importe de más de 1,2 millones de euros. Pero su memoria es mucho más laxa para incluir algo que no está en ningún texto legal, particularmente la ley de moratoria. En ningún sitio se dice que el que llegue primero exigiendo camas tenga la razón, más que nada porque la propia expresión “interés general” engloba conceptos que poco o nada tienen que ver con la precocidad de un empresario. O con la velocidad de crucero de su jet particular.