Hace tiempo que la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria no habita en el barrio que le vio nacer, el de Triana Alta. No obstante sigue teniéndolo presente en sus oraciones y en sus acciones políticas, porque donde hubo siempre queda. Como si de un toque de respeto se tratara, como un recordatorio de infantiles andanzas, el bonito árbol que remata el Risco de San Nicolás luce soberbio la misma iluminación de lujo sólo reservada a las partes nobles (y bajas) de la ciudad. Nos alegramos por ese barrio, que también se lo merece, y quedamos a la espera de que las demás asociaciones de vecinos reclamen lo propio para los suyos. Pronto veremos esos toques de distinción en la zona de La Minilla, donde la alcaldesa acaba de adquirir un piso de tres pares de narices por la módica cantidad de algo más de 590.000 euros. Le deseamos mucha felicidad en su nueva morada.