En ese afán suyo por colocar a los juntaletras en un extremo del mundo y montar a su alrededor una corte de pelotas y abrazafarolas, en un patético intento por creer que sólo existe su verdad, el líder del larrysmo sigue cometiendo errores que la muy mentada ley de la gravedad se encargará de hacerle ver. Ya les hemos contado aquí en más de una ocasión cómo ha ido colocando elementos y elementas de su confianza en gabinetes de prensa y en puestos de asesoría directa a través de los cuáles tratar de controlar el circo completo. Así, un día Pepa Luzardo tuvo que empezar a comerse con papas a Víctor Rodríguez Gago cuando lo que la alcaldesa pretendía era fichar a una pedazo de profesional como Teresa Cárdenes, que declinó la oferta. Además, Larry colocó a su señora esposa en la Autoridad Portuaria, no sólo como responsable de prensa, sino como comisaria política en otros puestos de asesoramiento que no salieron a concurso precisamente. A estos dos no los hizo pasar por su despacho del Cabildo a jurar lealtad y afiliación al PP porque era prueba ya superada. Pero a unos cuantos jefes de gabinete y de prensa sí.