Lo ocurrido este martes en la Dirección General del Menor da una medida del talante de su titular, José Luis Arregui, y ayuda a explicar de alguna manera el desastre de gestión que en esa materia está teniendo el Gobierno de Canarias. Después de muchos intentos del jefe de servicio agraviado y respuesto por la Justicia, Arregui se resistía a recibirlo para poder ejecutar el auto judicial y devolverle su puesto, entregándole para ello la llave de su despacho, sustituida cuando se produjo la destitución ahora recurrida. Pero no conforme con hacerse el loco, Arregui se dedicó ese mismo día a presentar a todos los funcionarios del departamento al nuevo jefe de servicio, con tan mala puntería de que uno de los presentes era el afectado por la arbitrariedad. Pero no se cortó un pelo el director general, que seguramente debe estar hecho de una pasta especial. De momento y, además del contencioso, este portento del servicio público ya tiene una denuncia penal por acoso moral, lo que también se conoce como mobbing. No debe importarle demasiado porque para los cuatro meses que le quedan en el convento... Pero las responsabilidades penales son individuales y trascienden legislaturas, amigo Pepeluí.