Cada día nos llegan nuevas actividades de Gesplan, y muy pocas de ellas parecen estar muy de acuerdo con el sentido común, y mucho menos con el papel dinamizador que ha de desempeñar una empresa pública, que no está precisamente para competir con la iniciativa privada del modo salvaje en que lo hace la de nuestro cuento de hoy. Porque ya resulta altamente llamativo que Gesplan invada como lo ha hecho, con la bendición de las instituciones canarias en presencia, las competencias del Consorcio para la Rehabilitación Turística del sur de Gran Canaria, pero que encima lo haga llevándose por delante la actividad privada de contratistas, ingenieros y arquitectos es un límite que jamás se había rebasado. Pero por si eso fuera poco, ahora nos enteramos de que en otras actuaciones más concretas, Gesplan está asumiendo tareas de planeamiento u ordenación urbanística puntual, para acto seguido encargarse también de los proyectos privados de ejecución afectados por esos planes. Para que nos entendamos: la empresa pública recibe la encomienda de un plan parcial para desarrollar proyectos privados y, en una práctica prohibida a los profesionales del urbanismo, planifica al tiempo que se hace, con esas artes que ya conocemos, con la ejecución de los proyectos de los particulares. A ver cómo se puede distanciar del interés particular quien está llamado a aplicar escrupulosamente el interés general.