La Proposición de Ley de descatalogación de especies animales y vegetales en Canarias, con la que los diputados populares y nacionalistas dan un paso más hacia la devastación, está siendo contestada desde multitud de foros y entidades científicas, lo que seguramente les dará igual porque les importa mucho más el progreso. El progreso económico propio y de los amigotes de los Sansonite, se entiende. Las prisas parlamentarias vienen dadas en forma de proposición de ley cuando en realidad se trata de una iniciativa del Gobierno que debió tramitarse como proyecto de ley, sólo que este formato hubiera obligado al Ejecutivo a pasar diversos filtros ineludibles, como los informes de los servicios jurídicos, el Consultivo o el Consejo Económico y Social. Sin embargo, haciéndolo suyo CC, a través de ese ingeniero de Montes que es José Miguel González, Pelopincho, la tramitación irá más veloz. Pero, como por la boca muere el pez, ya son incontables las ocasiones en que al consejero de Medio Ambiente (es un decir), el tal Berriel, se le han escapado las bondades del proyecto de recortar una de las cualidades ambientales más destacadas que tiene su tierra, la que quiere dejar hecha una mierda para las generaciones venideras.