José Miguel Bravo de Laguna, próximo presidente del Cabildo de Gran Canaria, le pedirá muy pronto que se quede, que se replantee su decisión de abandonar el puesto de gerente del Consorcio para la Rehabilitación Turística del Sur de Gran Canaria. Pero Rafael Molina Petit, socialista de proceder, ha dicho que no sigue, que la nueva realidad política en las dos instituciones más decisivas en ese órgano, el Cabildo y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, le aconsejan la retirada. El alcalde sureño, Marco Aurelio Pérez, también del PP, como Bravo, pero en realidad de Agrupación de Vecinos, ya le ha dicho a Molina que siga, que le parece un gerente de consenso, porque por consenso fue nombrado en sustitución de José Fernández. Y es verdad. Para aceptar aquel reto, Fa Molina habló con todos los dirigentes políticos, con el PSOE, con el PP, con Nueva Canarias... porque opinaba (y aún hoy lo sigue opinando) que un puesto así requiere de una persona de la máxima confianza de todos. Porque se trata de asumir profundas competencias urbanísticas, amplia capacidad de acción y no todos los responsables políticos están dispuestos a una cosa así. Ya lo demostró la alcaldesa saliente, Mari Pino Torres, que no estuvo a la altura de esa y de otras circunstancias.