Ha esperado un par de días la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Rita Martín, para responder a lo publicado aquí respecto a su metedura de pata colosal con la orden de cierre del Palacio de Congresos de Maspalomas en pleno congreso mundial de desalinización. Y la mejor manera de sacudirse las pulgas no ha sido otra que la de cargar toda la responsabilidad en el Cabildo de Gran Canaria. Efectivamente, tal y como dijimos aquí, el Palacio de Congresos no tiene licencia de apertura porque todavía se anda tramitando por el conducto reglamentario la licencia de actividades clasificadas, dependiente del Cabildo. Los técnicos de la institución insular aseguran haberse tenido que dirigir varias veces a la consejería de la señora Martín para que subsane las cosas necesarias con las que poder otorgar esa licencia. Y hasta la fecha, oiga. Por eso, y para justificar una extemporánea orden de cierre, la consejera ha cerrado ahora evidenciando una vez más su peligrosa ineptitud, porque si el Cabildo no otorga licencia será porque sus técnicos no tienen todos los asuntos en regla. Y quien los tiene que arreglar es el equipo de doña Rita.