Mientras llega ese momento de la declaración de Luis Soria, su hermano no cesa de aferrarse al argumentario diseñado por los cerebros rapados, de ideas y verdades. Repite José Manuel, hasta cansar al personal, que su partido sólo actúa contra los suyos cuando un juez los imputa, y comete dos errores de bulto. El primer pecado llega cuando se le está preguntando por Faycán y él responde derivando el coloquio hacia el caso eólico, es decir, se le pregunta por un escándalo que tiene a su partido como uno de los principales protagonistas -paso por prisión de Toñi Torres y lo que se viene encima- y él, sin que nadie se lo pida, saca a colación otro escándalo que, miren qué causalidad, tiene también a gentes del PP como starrings de relumbrón: Celso Perdomo también pasó por Salto del Negro y quedan por levantarse demasiadas cartas. La segunda metedura de pata y, en este caso, mentira de las gordas, es la de asegurar que imputación del juez significa automáticamente suspensión de militancia en el PP. Que se lo digan a Domingo González Arroyo, el hombre del “kilillo”. O mejor, que se lo digan al propio José Manuel Soria, imputado en el caso Jinámar por un juez sin afección alguna a su condición de militante.