Las cosas que han venido ocurriendo en la Villa y Puerto de Tazacorte desde finales de los noventa hasta ahora, son para echarse a temblar. Todo un alcalde de un Ayuntamiento democrático mojándose hasta el tuétano por la construcción de dos hoteles en zona de servidumbre de protección de Costas no debería ser noticia en Canarias. Conocemos a un par de elementos que por un viaje de bloques son capaces de matar a un burro a pellizcones. Pero hasta ahora no habíamos visto que un alcalde escriba a un presidente del Gobierno para amenazarle con acciones radicales si no se les concede el capricho de cambiar el planeamiento urbanístico para echar un techo. O dos. Pero el mismo día que Rodríguez Martín advertía a Hermoso (como pueden leer en nuestra sección de Canarias), aparecían pintadas en las paredes de un inmueble de la particular que denunció la operación urbanística. La cosa tiene mucha tela, y la iremos contando con esmero para ustedes.