Justo cuando las empresas y los particulares sufren las secuelas de una crisis que se traduce en importantes problemas de tesorería, a los que no son ajenos las corporaciones públicas que dependen directamente de los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma, la Consejería de Economía y Hacienda sufre un caos brutal. Personas que se relacionan frecuentemente con ese departamento cuentan episodios verdaderamente preocupantes: cuando ponen en funcionamiento el SEFCAN, se cae, y cuando logran arrancarlo descubren que el sistema confunde avales con pagos, no contabiliza los ingresos, las conciliaciones bancarias son una quimera, duplica pagos, se salta obligaciones, no procesa adecuadamente la información... Y hasta se han descubierto desfases en los cargos del IGIC. El que se acerca por allí a solicitar una aclaración o a interesarse por su expediente sale verdaderamente escandalizado.