Continúan sucediéndose las reacciones a lo ocurrido el pasado jueves en la comisión que investiga el concurso eólico en el Parlamento de Canarias. De modo casi unánime, hay coincidencia entre nuestros lectores de que allí se pusieron de manifiesto varias cuestiones: de entrada, que Soria miente más de lo que habla, que prostituye la realidad de modo tan barriobajero que le estalla en sus propias manos. Dos, que está a punto de entrar en esa espiral tan desagradable en la que entra cualquier elemento sólido cuando cae por el retrete y dibuja la trayectoria de las agujas del reloj. Y en tercer lugar, que José Francisco Henríquez, el compareciente del jueves, le dio tal somanta de tortas dialécticas que aún le duran en la cara las marcas de los cinco dedos. Fue lo que los expertos llaman un knock-out producido por un montón de cachetadas que, además, tienen el mérito de haber sido propinadas con una sola mano porque la otra se la tenía cogida al compareciente la presidenta de la comisión, Guadalupe González Taño. No, qué va, si no hay pacto entre CC y PP para taparse las corruptelas. ¡Ay, Lupita!