La sentencia que ordenó suprimir de la zona del Parque Blanco los chiringuitos y terrazas del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ya ha producido los primeros efectos secundarios. Las fuerzas de seguridad han apreciado cómo la concentración de garitos en la trasera de los edificios Elder y Miller, y más concretamente, la decisión de colocar los chiringays en el espacio de La Ola, ha originado un mayor número de altercados callejeros. De momento no constan sucesos graves, pero hay coincidencia en que, a partir de ciertas horas de la madrugada, cuando los niveles etilicos andan disparados, crecen las broncas. El único fallecido registrado en pleno Carnaval es un guardia de seguridad, que murió víctima de un infarto el viernes.