No es precisamente Carlos Ferrater el más indicado para hablar desde la candidez y alegar que ha actuado de buena fe participando en un concurso que, según ha dicho, sólo se ha visto enturbiado por las trifulcas políticas. Se hace el loco Ferrater porque él, precisamente él, recibió severas advertencias sobre la posible ilegalidad del concurso a través de tres comunicaciones distintas, y todas ellas vinculadas a su profesión, ninguna de Fomento, ninguna del PSOE, niguna de la Unión Europea. Le avisaron por escrito desde el Colegio de Arquitectos de Canarias, desde la Demarcación de Gran Canaria de ese organismo, y se lo advirtieron desde el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. Es decir, que los que le avisaron a él y a sus colegas fueron los de su propio gremio, los del sindicato que defiende sus intereses. Si se hizo el loco a ver si escapaba, es su problema. Porque escapar, lo que se dice escapar, no escapó.