No crean ni por asomo que en ese municipio han cambiado aquellos hábitos consistentes en enchufar a la madre del maromo y al maromo mismo en un puesto municipal, con turno adecuado a las conveniencias personales de cada uno y sin atención maldita a aquello de las capacidades y los méritos. Al coladero que ha supuesto la empresa de trabajo temporal Perfaler, por donde han entrado hasta elefantes y otras atracciones circenses, sumen la amplia caterva de asesores que cada cargo con mando en plaza ha querido colocar. Y ahora, para que lo empeorable empeorara, se sabe que los esposos de las funcionarias son automáticamente funcionarios con suerte, que lo de consorte está sobreentendido. Y hasta suena sexista.