Conscientes de que la autoría del atentado podría ser determinante para la decisión de los electores, Aznar y el PP montaron una estrategia vergonzosa que incluyó una llamada del presidente del Gobierno a los directores de los principales periódicos de Madrid y de Barcelona. Antonio Franco, de El Periódico, la contó ayer con pelos y señales, y su relato deja a Aznar con los glúteos in the air para toda la vida. Si un presidente de Gobierno llama a un director para decirle que ETA es la culpable, al periodista no le queda otra salida que creerle. Así empezó la gran mentira y por eso el PP blinda a Acebes y a todos los demás, que lo único que hicieron fue dejar que girara la bola. Ante una utilización tan perversa de los medios del Estado, de la credibilidad de las más altas instancias de una nación, ¿cómo se permite el PP llamar coacción a la respuesta cabreada y espontánea de la gente? ¿Cómo puede poner en entredicho con la boca chica el triunfo de un partido cuyo único delito ha sido recoger ese cabreo?